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Muchos particulares quieren vender o alquilar ellos mismos sus propiedades. Mi recomendación es que acudan a un tercero, un agente inmobiliario o una inmobiliaria. ¿Por qué? Los propietarios tienen mucha implicación emocional en su inmueble, porque ha sido su casa, o de su familia… y les cuesta deshacerse de esa parte emocional a la hora de la comercialización. Muchas veces también el inmueble pertenece a varias personas (matrimonios, herencias…) y se hace difícil la comercialización para llegar a acuerdos. Por otro lado, están las visitas: realmente a los propietarios no les interesa conocer a todos los “posibles compradores potenciales” de su propiedad.
Además las visitas a veces son engorrosas, con muchas preguntas por parte de los posibles compradores que incluso pueden molestar o incomodar… sin embargo, si esto lo lleva una tercera persona (Agente) que no tiene implicación emocional sabrá resolverlas con mayor fluidez, todo esto acompañado de los temas burocráticos (información sobre impuestos, trámites etc) que evidentemente el propietario no tiene porqué saber y el agente inmobiliario sí puede resolver. Otro tema son las horas de las visitas, a veces cuesta ponerse de acuerdo para concretar un día o una hora donde vendedor y posible comprador puedan coincidir, y el agente siempre estará más disponible: es nuestro trabajo.
Aunque realmente mi cliente es el Vendedor, puesto que pone a disposición su propiedad para la comercialización, es importante también que la parte compradora esté satisfecha, puesto que adquirir una nueva vivienda o un local para un negocio es una tarea y una decisión que ocasiona nerviosismo y trámites a veces complicados, y no es para un día, probablemente sea para años y para un proyecto vital.
Me encargo de la Valoración previa del inmueble, publicidad y comercialización del mismo, gestionar los contactos y las visitas de los posibles interesados, la negociación (parte crucial en todo el proceso), el estudio y desarrollo de las posibles ofertas, el cierre de venta, y todos los trámites que conlleva (contrato de arras, certificación energética, otra documentación, notaría, trámites posteriores a la venta como liquidación de plusvalía municipal, etc). Y en los alquileres aparte de la publicidad, comercialización y visitas, la realización de contrato, ingreso fianza, seguros, cambio domiciliaciones etc.
Por costumbre en este sector siempre se ha hablado de “Comisión”, y realmente el Agente Inmobiliario lo que cobra son unos Honorarios por su trabajo. Es una relación comercial, un acuerdo. Esta relación comercial debe quedar siempre reflejada por escrito. En ella se recoge el permiso por parte del propietario para comercialización del inmueble, precio de salida, la duración del contrato de servicios, los honorarios, la facultad para formalizar contratos o precontratos. Esta relación comercial se plasma por escrito en la conocida como “Hoja de encargo de venta o alquiler de una propiedad” (recogido en la Ley 18/2007 de 28 de diciembre).
Procuro realizar siempre mi trabajo con Profesionalidad, Dedicación, Seriedad, Discreción y Entusiasmo. Lo más importante y lo que marca la diferencia es el buen trato al cliente, esa dedicación para vender o alquilar su propiedad. Considero que un buen profesional no puede “atender” demasiadas propiedades, es mejor y más productivo llevar pocos inmuebles, con una atención constante y personalizada, informando periódicamente a los propietarios y a los posibles interesados e involucrándose en todo el proceso. No se trata de “tener más”, se trata de conseguir objetivos: vender o alquilar las propiedades que tienes en cartera, no hay que tener muchas, hay que cerrar operaciones satisfactorias con las que tienes, incluso a veces es interesante colaborar con otros profesionales del sector para conseguir cierres de ventas.
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